Si la Filosofía es Amor a la Sabiduría, en virtud de ese amor, debe provocar el movimiento. El amor no puede quedarse quieto porque busca lo que necesita, lo que ansía.
Lo que está escondido no intenta escapar de la búsqueda sincera del que participa de la naturaleza filosófica. Solamente pide una búsqueda más profunda, dirigida a las causas y no a los efectos evidentes...
La sabiduría no es llenarse la cabeza con ideas que nunca se aplicarán (por miedo, por cobardía, o por comodidad); sabiduría es aprender a vivir, a evolucionar, llegar a sentirse más firmes y seguros.
Es evidente que para llegar a la sabiduría hay que atravesar muchos caminos desconocidos, hay que abrirse paso por la intrincada selva de las experiencias; quedarse atrás por miedo, creer que evitaremos estos encuentros con lo desconocido, es apenas aplazar el sentido inexorable de la vida, y vivir lo que nos queda por delante con la sombra permanente del temor, de lo que se pudo hacer y no se hizo…
La vida es un tesoro de sabiduría cuando se aprende a vencer el miedo en cada paso. Se trata de tu vida, de tus pasos. No tengas miedo.